Después del artículo del domingo donde Diana de Brea aporta consejos valiosos para escribir feelgood, me quedé con las ganas de abordar uno de los temas que tal vez preocupe más a los escritores: Cómo escribir escenas con tensión emocional, pero sin llegar a ser dramones.
Hola, soy Ivette Chardis y estás leyendo el Escritor Flexible, la newsletter para escritoras y escritores que quieren avanzar con libertad, claridad y autenticidad. Aquí hablo de técnica narrativa, ritmo creativo y todo lo que te impulsa (o bloquea) cuando escribes una novela.
En este artículo vas a descubrir:
-Qué es la tensión emocional y cómo usarla a tu favor
-Cómo construirla a través de diálogos, deseos y contradicciones internas
-Ejercicios prácticos para revisar tus escenas y subir su intensidad
-Por qué no necesitas tragedias para emocionar
Y si te quedas hasta el final, te cuento cómo puedes trabajar en compañía tu novela desde dentro, escena a escena, para que no solo funcione, sino que emocione.
Vamos al lío.
Uno de los mayores miedos de quienes escriben historias intimistas o de tono feelgood es este:
¿Y si mi historia es demasiado blanda? ¿Y si no engancha porque no hay suficiente conflicto?
Y te entiendo. No todas las novelas tienen que empezar con un asesinato o terminar con una explosión.
Pero incluso en las historias pequeñas, esas que parecen sencillas en la superficie, hay algo que no puede faltar: tensión emocional.
No hablamos de gritos, portazos o tragedias desgarradoras (aunque pueden aparecer). Hablamos de eso que se mueve por dentro de los personajes. Eso que, sin necesidad de decirlo todo, hace que el lector no quiera soltar la página.
Hoy te voy a mostrar cómo escribir escenas con tensión emocional sin caer en el melodrama, y por qué este tipo de tensión es la más potente cuando se trabaja bien.
1. La tensión no siempre se pregona a gritos
En muchas historias, el conflicto emocional más potente está en lo que no se dice.
Las escenas donde un personaje duda, se traga una respuesta, evita una mirada o cambia de tema pueden ser mucho más intensas que una discusión. Porque el lector sabe que hay algo ahí. Y quiere descubrirlo.
Ejercicio rápido: Escribe una escena donde dos personajes están enfadados, pero no pueden decirlo. ¿Cómo se lo comunican sin palabras? ¿Qué hace el cuerpo? ¿Qué ocultan las frases?
2. Sube la temperatura emocional manteniendo el tono amable
La escritora y profesora Lisa Cron, autora de Wired for Story, explica que el cerebro humano responde más intensamente a las emociones que a los hechos. Es decir, el lector no conecta con lo que pasa, sino con lo que eso significa para el personaje.
Cuando una escena tiene tensión emocional, el lector siente que hay algo en juego. Aunque sea una galleta de la suerte.
“¿Por qué no me llamó?” no es solo una pregunta. Es una grieta en la confianza. Un mal entendido, una interpretación errónea que puede escalar a conflicto.
Tip: Pregúntate en cada escena qué quiere el personaje, qué teme, y qué podría pasar si no lo consigue.
3. Diálogos con subtexto: el arte de no decirlo todo
Una clave para mantener la tensión emocional es trabajar los diálogos con subtexto: frases que parecen una cosa, pero significan otra.
Utiliza conversaciones sencillas, pero con un pozo de sentimientos que el lector puede leer entre líneas. Y eso engancha más que el chocolate negro con avellanas.
¿Quieres practicarlo? Reescribe un diálogo plano como si los personajes tuvieran emociones opuestas a lo que dicen. Que finjan, disimulen o eviten el tema.
4. La tensión viene del deseo
Cuando te preguntas si una escena tiene suficiente fuerza, pregúntate esto:
¿Qué desea el personaje? ¿Y qué teme perder si no lo consigue?
Ahí está el corazón de la tensión emocional.
No hace falta que la escena sea intensa en acción. Basta con que el personaje esté dividido por dentro. Que haya una grieta interna. Eso es suficiente para mantener el interés.
Puedes usar el recurso de la doble motivación: un deseo consciente (quiere pedir perdón) y un miedo inconsciente (teme que la rechacen otra vez).
Cosas de escritora
A veces, cuando repaso una escena que he escrito el día anterior, noto que le falta algo. No es información. No es estilo. Es la dichosa tensión emocional.
Y cuando sucede esto, sé que tengo que volver a reescribir esa escena. No obstante lo hago desde otro punto de vista. Y me hago tres preguntas clave:
¿Qué siente realmente el personaje?
¿Qué quiere, aunque no lo diga?
¿Qué está en juego?
Un ejemplo de ello es mi nueva novela 30 días para descifrar a Zoie. Ella hace todo lo que le dicta su corazón, pero su “partenaire” Liam es todo lo contrario.
¿Sientes que tus escenas no tienen suficiente fuerza emocional?
Puede que no sea un problema de la trama, sino de enfoque. De saber qué tensión aplicar, dónde poner el foco y cómo dejar que los personajes vivan sus emociones sin caer en la telenovela.
Si estás en ese punto donde quieres avanzar con tu novela pero te sientes algo bloqueada o desorientado, te acompaño paso a paso:
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¿Te gustaría una mini guía de ejercicios para practicar la tensión emocional en tus escenas?
Dímelo en los comentarios. Si hay interés, preparo una descargable para quienes estáis en esta etapa.
Ivette
Autora de novelas románticas imperfectas y reales. Escritora flexible, indecente y creativa.
Ya te sigo en Amazon. Mucho éxito con tu novela. Veo que la acabas de publicar. Me imagino la emoción. Yo terminé de escribir una y aun estoy repasando y reescribiendo algunas cosas. Tus consejos ayudan mucho.