Cómo escribir cuando no tienes ganas
Ni tiempo, ni claridad, ni fe en la humanidad.
Hay días en los que escribir parece fácil.
Tienes tiempo. Tienes ideas. Tienes incluso algo parecido al entusiasmo.
Y hay otros.
Los días grises, con poco sueño, cero inspiración y una vocecita que dice:
“¿Para qué vas a seguir escribiendo, si no sabes si esto tiene sentido?”
Yo también tengo de esos días.
Y he aprendido que justo ahí, cuando menos me apetece escribir,
es cuando más falta me hace hacerlo.
Hola, soy Ivette Chardis y estás leyendo el Escritor Flexible, la newsletter donde exploramos formas libres de escribir una novela, sin fórmulas rígidas ni presión. Aquí hablamos de técnica, sí, pero también de ritmo, energía creativa y cómo reinventarse escribiendo. Cada martes y domingo te envío una dosis de impulso, claridad o simple compañía literaria.
Hoy en este artículo:
Voy a hablarte de esos días en los que no hay musa, ni café, ni estructura que te salve.
Y qué puedes hacer con ellos sin rendirte del todo.
A veces, lo que necesitas no es escribir bien.
Solo escribir algo.
Una escena sin contexto.
Una frase que no sabes de quién es.
Una carta que tu personaje no se atreve a enviar.
No es avanzar.
Es no desconectarte del todo.
Es recordarte que tú escribes.
Incluso cuando no lo parece.
La culpa pesa más que la pereza.
Cuando no escribimos durante un tiempo, no es solo que perdemos ritmo. Es que nos cae encima una especie de nube pegajosa: la culpa.
Y esa culpa hace que la próxima vez nos cueste el triple.
Mi consejo: escribe mal, antes de esperar a estar lista. Es peor el silencio que un borrador horrible.
El borrador lo puedes editar y formatear a tu manera. La nada no se puede medir ni transformar.
Escribí El indecente secreto de Lady Susan en una época que me costaba horrores ponerme delante de la pantalla del ordenador. No tenía tiempo, y cuando lo tenía el cansancio y la pereza ganaban todas las partidas. Hasta que encontré una técnica a mi medida.
Escribí la novela con tan solo 25 minutos al día. Utilicé la técnica del Pomodoro, pero adaptándolo a mis circunstancias.
En aquella época trabajaba a jornada completa, de manera presencial y además tenía que pasear a mis perros antes de salir corriendo hacia el metro. Por lo que decidí aplicar esta técnica.
¿Escribir solo 25 minutos al día?
Hay días en los que escribir durante una hora suena imposible.
Para eso existe una técnica que me ha salvado más veces de las que puedo contar: el Pomodoro.
Consiste en esto:
25 minutos de enfoque total (escribiendo, sin distracciones)
5 minutos de descanso
Repetir 4 veces. A a la cuarta, descansas 15 minutos.
Es tan simple que parece ridículo. Pero funciona.
Porque cuando tu cabeza está dispersa, no necesitas una maratón de escritura.
Solo un ratito concreto, con una meta pequeña:
“Voy a escribir durante este Pomodoro y luego veo.”
Spoiler: muchas veces, después del primer Pomodoro escribirás otro.
Pero la moraleja del asunto es que no hace falta que repitas, ni que realices las cuatro sesiones.
Decidí levantarme 25 minutos antes de mi hora acostumbrada para ponerme delante del ordenador con el temporizador en marcha.
Con tan solo 25 minutos al día terminé una novela de 300 páginas. (Siendo sincera, algún sábado apretaba y escribía más del tiempo estipulado)
Pero si ese fin de semana tenía otras cosas que hacer, la culpa no me esperaba agazapada para saltar a la yugular, porque entre semana había cumplido con el plan.
El truco
1.Aunque no te apetezca escribir, fuerzate aunque solo sean 25 minutos en los que te parece que no escribes nada importante.
2.Tener en la cabeza desde el día anterior la escena que vas a escribir a la mañana siguiente.
No hace falta que la escaletes. No hace falta que la disecciones. Tan solo que la tengas clara en tu cabeza.
Y si no sale como habías pensado, no pasa nada. Tal vez el resultado sea mejor del que imaginaste.
Si no puedes con todo, elige lo más pequeño.
Escribir una novela puede sonar monstruoso cuando tienes el día atravesado.
Así que no escribas la novela.
Escribe una conversación.
Una escena sin final.
Un recuerdo.
Un diálogo que no vas a usar.
Hazlo para no soltar el hilo, y atar cabos sueltos.
Reforzar y ampliar el vínculo con tu historia es tan importante como escribirla.
El impulso no siempre es bonito.
Pero es tuyo.
A veces el impulso creativo no viene en forma de entusiasmo.
Viene en forma de necesidad, de rabia, de “ya no puedo seguir callando esto”.
Y eso también vale.
Eso también es escribir.
Si hoy estás en uno de esos días: no te castigues por no escribir tu mejor página.
Solo intenta escribir una frase. Lo que puedas. Como puedas.
Eso basta.
No mires el resultado, no cuando tu día ha sido una mierda. Ya lo harás mañana. Te aseguro que verás con nuevos ojos lo que escribiste ayer.
Cosas de escritora:
Como ya te comenté en el artículo anterior estoy en la fase de empezar un nuevo proyecto, es decir una nueva novela.
En esta fase no escribo. Me voy a dar largo paseos.
Me llevo a mis perros conmigo y camino, tomo el sol, juego con ellos, y pienso. Pienso en lo que puede ser, en lo que puede pasar, en quienes son cada uno de los personajes que danzan en mi cabeza. En los flecos, en los puntos fuertes, y en los giros.
Al llegar a casa esa información reposa. Las ganas de escribir no aparecen, y es entonces cuando me obligo a abrir una página en blanco, normalmente un documento en drive, y vuelco sin orden los pensamientos que circulan por mi mente desde hace un tiempo. Aquellos que me da pereza traspasar al papel.
No escribo con ritmo. No escribo con fluidez. No me inspiro.
Solo junto palabras hasta que luego al releerlas me ofrecen un panorama real de la historia.
¿Tú qué haces en los días en los que no quieres escribir nada?
Cuéntamelo. Prometo no juzgar.
Si esta reflexión te ha resonado, te invito a suscribirte a el Escritor Flexible.
Cada martes y domingo comparto ideas, técnicas y dosis de impulso para que escribir no duela tanto.
Y si estás lista o listo para dar el paso de verdad —sí, ese paso— y escribir tu novela con guía, claridad y acompañamiento…
Te cuento todo sobre mi mentoría personalizada aquí:
👉 Tu novela paso a paso
Nos leemos pronto.
O cuando te vuelva el impulso. Que también vale.